Después del surgimiento de la materia, del espacio y del tiempo o, mejor expresado, del espaciotiempo, a partir de una brusca manifestación conocida como Big Bang, también aparece la antimateria y, surgen los primeros átomos. El átomo inicial, el primer componente propiamente material o tangible existente, fue el hidrógeno y, posteriormente, el átomo de helio. A partir de estos dos átomos iniciales, por complejísimas interacciones a enormes temperaturas e inmensas presiones, se van formando átomos cada vez más y más complejos.
Los átomos así formados durante centenares o millones de años, se van acoplando y juntando en estructuras aún más difíciles de formar, como son las llamadas moléculas, al principio las más simples pero, con el transcurrir de los siglos y milenios, comienzan a aparecer las moléculas más diversas y complicadas.
Es entonces que, hace 4.500 millones de años, en un pequeñísimo planeta de una pequeña y común galaxia, se comienzan a aglutinar conglomerados moleculares de una inconcebible complejidad y aquí, en nuestro planeta, comienza lo que se conoce como química prebiótica, la química que antecede a la vida. Esto da lugar al surgimiento en el universo de entidades moleculares que pueden servir de base y fundamento para el surgimiento de una nueva manera de existencia, lo que denominamos, Vida.
Pero, por muy enrevesadas y complicadas que fueran estas moléculas, seguían siendo materia inerte.
Algo sucedió que generó un cambio gigantesco, misterioso e inesperado. De esas agrupaciones moleculares se formaron sistemas vivos, es decir, por primera vez en el universo (que sepamos), hizo su aparición la vida. Es a este inexplicado e inconcebible acontecimiento, a lo que en nuestra cosmovisión denominamos la SEGUNDA SINGULARIDAD.