SILENCIO

El meditar implica no tener un objetivo o meta que alcanzar pues, tal subyacente pretensión, ya es un distractor. La sutil pretensión de lograr alguna cosa, ya es de por sí, un impedimento a logarla.

Suena paradójico, sin embargo, no lo es.

El punto es que, no hay nada en particular que alcanzar que ya no esté.

Los continuos pensamientos, deseos, emociones, imágenes, sensaciones y demás atributos propios del Sistema Mente Humano, son o pueden hacerse manifiestos porque, subyacente a todo, tal y como el espacio lo es a los objetos en nuestra cotidianeidad, siempre está lo que permite que tales manifestaciones sean posibles.

Poniendo un ejemplo desde el habitual sentido común de la mente, imaginemos que le diéramos la instrucción a alguien de que busque el espacio. La persona podría comenzar a levantar objetos, a mirar dentro de muebles y a recorrer habitaciones diferentes.

Después de algún tiempo saldría a la calle, ansioso y preocupado, preguntándose

¿Dónde estará el espacio?

La pregunta lo puede llevar a viajar y recorrer países. En un momento dado, ya cansado de tanto deambular, podría decidir retirarse a monasterios y hacer ayunos, o a encerrarse en cuevas, para no ser perturbado en su búsqueda.

Si alguien le dice:

Cesa de buscar, el espacio está en todas partes, no es necesario que hagas nada para encontrarlo, sólo mira. –

Es probable que el sincero buscador vuelva, otra vez, a esforzarse en mirar con atención y nuevo ahínco y más afán y … no ve el espacio.

De igual forma, todos los atributos de lo que usualmente llamamos mente, son porque existe una entidad en donde se pueden manifestar.

Tal entidad no es material ni palpable, como no lo es el espacio.

Es similar al – Silencio – que permite el sonido armónico de una orquesta.

Al meditar, se contacta con ese – Silencio – que todo lo ocupa y que en todo momento está. NO es necesario ningún esfuerzo, de hecho, el esfuerzo solamente es posible porque – “eso” – ya está.

Espacio, silencio … son metáforas para, no describir, pero sí intentar hacer comprender, que existe algo más y diferente a la mente, con la que nos identificamos incesantemente.

Parar de hacerlo, es Despertar.

                                                                 Héctor G. Gómez G.

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